La última incorporación a mi cockpit son estos cascos para el Oculus Rift S. Hasta ahora tenía unos auriculares in-ear. Antes tuve los Bionik Mantis, pero no apretaban nada y se movían mucho. Las ventajas de los in-ear es que son muy pequeños y ligeros, se ponen y se quitan fácilmente (bueno, con los guantes cuesta un poco), y no dan nada de calor. Sin embargo, al cabo de un rato con ellos me dolían algo los oídos y también es cierto que no aislan nada del ruido exterior. Así que me pillé estos Sennheiser 569, que, a pesar de su tamaño y su formato circumaural son tremendamente cómodos (hace años le regalé a mi madre unos 518) y no sientes que los llevas puestos aunque los uses durante horas. Además este modelo tiene capacidades de aislamiento del ruido exterior, que funciona increiblemente bien (no se oyen ni los clics de las levas). Las almohadillas son como de alcántara y se sienten genial. Como inconvenientes, el calor, aunque con los dos ventiladores a tope se aguanta bien. También hay que llevarlos aparte del headset, porque es imposible ponerlos en el headset e intentar meter la nariz en el visor y las orejas a la vez. El truco está en ponerse los cascos en el cuello, ponerse el visor y luego los cascos. Como son grandes y entran justos, hay que encajarlos con cuidado por la parte de atrás de las orejas y meneándolos un poco van a su sitio. Una vez ajustados quedan perfectos. Eso sí, tienes la sensación de llevar un casco de moto en la cabeza y te sientes muy aislado. El sonido, evidentemente, es mejor que con los in-ear. A pesar de la poca impedancia que tienen, esperaba que el volumen fuera más alto, pero resulta suficiente. Vienen con dos cables, uno largo con jack gordo y uno corto con jack pequeño. Éste resulta más adecuado para el headset, evidentemente. Por cierto, en casi todos lados estaban a más de 100€ y los encontré en 4frags.com por menos de 80€, gastos de envío incluidos.
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